06 Feb Olvida todo lo que te han contado sobre el Naming
Hoy vamos a tirarnos piedras sobre nuestro tejado, que es un deporte muy sano a reivindicar (nos referimos a la autocrítica, por supuesto, no a tirar piedras en un sentido real, que eso está MAL), porque oye, sí, es cierto, crear marcas para vino, gastronomía o lo que sea, tiene un proceso del que ya os hablamos y que funciona, pero todos somos conscientes, nosotros también, de que hay mucho gurú y mucho místico que impone reglas para los procesos de creación de marca y Naming que luego, está demostrado, no funciona.
En concreto vamos a hablar de la obtención de un buen nombre para un vino, para una bodega, restaurante, empresa o lo que sea. Esa técnica que en su anglicismo suena casi a fórmula mística, porque “ponerle un nombre” nunca sonará tan sexy como “Naming”, está llena de normas, acotamientos y reglas que vamos a despachar muy a gusto en este artículo.
Porque el nombre perfecto se hace perfecto con el tiempo, e ideas que nos pueden parecer disparatadas a priori, pueden funcionar perfectamente a posteriori. ¿Manzana (Apple) como un nombre para ordenadores? ¿Ventanas (Windows) para un sistema operativo? ¿Piar (Twitter) para una red social? ¿Buen año (Good Year) para una marca de ruedas? y ojo, no es que sirva cualquier cosa, siempre debe haber una historia detrás y tener un sentido para no terminar haciendo el ridículo como con el Paquí Pallá S.L (sight).
Por ese motivo no hay que obsesionarse con las famosas reglas sobre Naming, porque cuando todos se alinean con el mismo marco de referencia, la diferenciación resulta inexistente.
- Que sea fácil de pronunciar en cualquier lengua: ¡Por Dios que locura! No solamente es imposible acertar con todos los idiomas e interpretaciones, (Si no que se lo digan a Torres con Pepsi), sino que está demostrado que hay marcas que han funcionado perfectamente importándoles un bledo como lo pronunciarán allende sus fronteras (Nike o Flickr podrían ser dos ejemplos más además de Pepsi).
- Que sean cortos: ¡Hablamos de una marca, no de una mascota! Da igual su longitud siempre que el nombre sea memorable.
- Que tenga buena sonoridad: Hay que decir, la verdad, que cuando en Veintemillas trabajamos algún Naming siempre intentamos hacer que “suene bonito”. Nuestro cerebro siempre busca patrones en lo que vemos u oímos para trazar una familiaridad que nos lleve a un entorno de seguridad, pero es algo que se pasa con el tiempo y el público lo termina por hacer familiar.
- Fácil de escribir: Bueno, aquí de nuevo depende del país de creación de la marca. Acertar con el entorno cultural de todos los países donde un producto tendrá explotación comercial es complicado. Estamos seguros que para alguien la marca Schweppes es fácil de escribir, como Schwarzkopf, pero un servidor ha tenido que ir a Google a ver cómo se escribía.
- Fácilmente relacionable y entendible: Esto muchas veces da cierta rabia, porque parece que juzgas que parte de tus consumidores no estarán preparados para entender conceptos que puedan ser más o menos elaborados y oye, hasta en los pueblos más cerrados de cualquier país estamos seguros que alguien se pide un “Tanqueray con Nordik Myst e Hibiscus”.
- Único: Que un nombre sea único te lo dice la oficina de patentes y marcas correspondiente, así que en parte es algo que sí o sí debe cumplirse, pero muchas veces es imposible que no se relacione un producto con la marca que ha tomado el nombre de dicha categoría. ¿Ejemplos? A ver quien no llama a una marca de pañuelos de papel como “Kleanex”, al pan de molde “pan Bimbo” o a la goma de mascar “Chiclet”.
- Que explique lo que el producto hace: Este es otro punto que muchos clientes buscan cuando se trabaja el nombre de su producto, y siempre damos el mismo ejemplo, y es que es imposible saber cómo es un piso mirando solamente por una ventana. El nombre debe ir acompañado de un Tagline que lo matiza, una imagen que le da sentido y una personalidad que lo identifica, así que no obsesionarse con este punto.
Así que ya sabéis, cuando tengáis que pensar el nombre para un nuevo producto o marca no os obsesionéis con todas esas reglas y corsets o terminaréis teniendo un nombre igual al del resto y se irá al cuerno la ansiada diferenciación. La experiencia y muchas veces, la intuición, resulta una herramienta más útil que todas las que hemos expuesto.
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